Mi hermosa beba me ha recordado como soy yo con Dios.
Les cuento yo a ella le digo no hija, allí no
te caes o te vas a lastimar y ella no, quiere ir a lugar de peligro.
Y yo soy como ella con papito Dios, Él me dice
por ese camino no, y yo quiero ir al lugar donde está el peligro y el camino
pedregoso y largo.
Bueno con mi hija se me acaba luego la
paciencia, voy y la regaño y si es mucha su gana de hacer su voluntad, analizo
que la caída no sea tan dura y la dejo. ¡Saz!, ¡Pum!, se cae, me molesto con
ella y le digo ¡levántate!, y ella llorando me mira diciéndome con su mirada,
que la vaya a levantar, y le digo otra vez ¡levántate! y ven que te sobo y te
curo el cuco (herida) que te hiciste.
Ella se levanta llorando y va conmigo, la
contemplo, le sobo donde se dio el golpe y hasta crema le hecho aunque no se
haya hecho daño.
Nuestro Papito Dios, Él me tiene mucha pero
mucha paciencia, Él es bueno y amoroso. Pero eso si cuando estoy insistente de
hacer mi propia voluntad. El me deja, Él sabe que caída puedo soportar; y
¡Zapatazo! ¡Pum, Pum! caigo.
Yo no lloro, hago algo peor, Me enojo con El,
¡AGUANTEN! Le reclamo, encima de que yo fui la necia, de ir en el camino
incorrecto. Pero El Señor en su infinito amor tiene misericordia de mí, tan
Bello me da su mano y me dice LEVANTATE ESTOY CONTIGO, me consuela y cura mis
heridas. Por eso debemos ser obedientes a nuestros Padres, Esposo, Líderes, y
toda autoridad puesta. Porque así será más fácil ser OBEDIENTES A DIOS NUESTRO
PADRE CELESTIAL.
Samuel respondió: « ¿Qué le agrada más al
SEÑOR: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que
él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que
la grasa de carneros. 1 Samuel 15:22
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