lunes, mayo 30, 2011

LOS SECRETOS DEL CONTENTAMIENTO

Podemos resumir en dos las actitudes de las personas ante las
circunstancias:
1) Los que viven siempre insatisfechos, siempre
con la queja en la boca y que acaban sumergidos en la amargura,
y,
2) En el otro extremo, encontramos las personas cuya reacción
ante las circunstancias y los problemas es el “Contentamiento”.
Estas actitudes ante las circunstancias, verdaderamente miden la
<> de nuestra fe.

I – INTRODUCCION

Quizás le cueste a usted comprenderlo, pero el contentamiento es más valioso que todas las posesiones materiales que usted pueda acumular durante toda su vida. Nada de lo que usted tiene o podrá tener vale nada si usted no está interiormente satisfecho. El Apóstol Pablo se refería a esto cuando escribió:  1 Timoteo 6: 6-8

Sin embargo, el Pasaje que nos va a servir de base para esta reflexión está en Filipenses 4:10-13. Así que observemos con detalle las palabras que el Apóstol utiliza: 1) No habla de creyentes contentos, sino contentados. 2) Lo opuesto a la amargura no es la alegría
-estar contento-, sino el contentamiento: he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación (Fil.4:11). 3) Enseguida nos surge la pregunta: ¿Cuál es la clave para llegar a “aprender contentamiento” y reaccionar como el Apóstol?
  Pablo escribió estas palabras, no lo olvidemos, desde la cárcel de Roma y en peligro franco de muerte; no las escribe desde una posición de tranquila comodidad, sino desde la angustia de una situación profundamente turbadora.

II – LA NATURALEZA DEL CONTENTAMIENTO
  Qué quería decir San pablo al afirmar “he aprendido a contentarme”? El Apóstol nos dice que estar “contentado” significa estar por encima de los eventos que nos ocurren sin quedar atrapados por ellos. No quiere decir resignación o fatalismo, el qué le vamos a hacer o no hay otro remedio que dicen muchas personas.
  El significado de la palabra contentamiento se acerca mucho al concepto moderno de “aceptación” que, como tal, no aparece en el Nuevo Testamento. Aceptar implica la confianza serena, profunda, de que nada ocurre en mi vida sin el conocimiento de Dios. Si Él ve y conoce mi situación, entonces yo debo mirarla desde la óptica divina tanto como sea posible. Esto me permite desligarme de la estrechez de mi visión y amplíar mi horizonte.
  Esta nueva perspectiva desde el punto de vista de Dios, me libra de la amargura, del resentimiento y de la sensación de injusticia y esterilidad de muchas situaciones. Pero aun va más lejos: La aceptación implica creer que Dios puede sacar provecho de cualquier situación para transformarla en un viaje para su gloria o incluso para mi propia vida. Y esto conlleva una serenidad profunda en toda situación.

III – LA FUENTE DEL CONTENTAMIENTO
  Hasta aquí hemos explicado en qué consiste; debemos ahora ver dónde se origina esta actitud. No es con una técnica psicológica en la que uno se puede ejercitar, entonces, es una experiencia espiritual sobrenatural: El contentamiento se origina en Cristo. Ello nos lleva a la segunda experiencia del Apóstol Pablo: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
  No hay verdadero contentamiento sin Cristo. En realidad, esta es la clave no sólo de este pasaje (Fil.4:10-13), sino de toda la vida cristiana.
  El Apóstol afirma con claridad que en Cristo puedo afrontar y superar cualquier circunstancia por dura y difícil que sea. Es como un pulso, una lucha en la que yo soy más fuerte porque tengo el poder de Cristo. Ninguna circunstancia podrá derrotarme.

Romanos 8:37  

IV – EL SECRETO DEL CONTENTAMIENTO
  El reino de Dios ofrece grandes beneficios; y como lo vemos en 1-Timoteo 6:6, y un beneficio es “el privilegio de estar contento y satisfecho aunque las circunstancias de nuestra vida no vayan bien”.
  El secreto del contentamiento del Apóstol Pablo se encuentra en dos frases que describen sendas experiencias espirituales de gran importancia y trascendencia: La primera, aprender a adaptarse y aceptar cualquier situación: Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado… (Fil.4:12). Y la segunda, es experimentar la realidad descrita de forma majestuosa en Fil.4:13: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
  El creyente cristiano que llega a hacer suyas estas dos realidades pasará de la insatisfacción o la amargura, al contentamiento. El poder de Cristo va mucho más allá de una mera inspiración; es una transformación que me dinamiza por dentro y me capacita para enfrentar cualquier situación. Cristo me fortalece porque está vivo hoy y me trasmite su poder como el tronco de la vid da la savia al pámpano. Cuando estoy en Cristo, me fortalece de tal manera que puedo sobreponerme, ser más fuerte que cualquier situación.

V – CONCLUSIONES APLICACIÓN
Tenemos que desarraigar de nosotros el espíritu de quejumbre. Olvídese de lo que tuvo y acuérdese de lo que hoy tiene. Debemos contentarnos con lo que hoy tenemos. Eclesiastés 7:10
Tenemos que ser hombres y mujeres felices, no amargados porque veamos que unos tienen más que otros.
No les des a tus hijos todo lo que quieren, enséñales a tener contentamiento con lo que tienen y esos niños crecerán felices y alegres con lo que tienen. Un NO a tiempo te evitará problemas.
Cuando tus hijos se desarrollen y crezcan y puedan valerse por sí mismos, enséñales a contentarse y no quejarse de lo que poseen, de la comida que comen, de la casa que poseen.
Hay quienes se amargan y se enferman por lo que Dios no les da. Si Dios no le ha dado lo que usted piensa y quiere tener ahora, es porque ahora no es el tiempo de Dios.
Tienes una buena casa ¡Alábalo!; tienes una casa mediocre ¡Alábalo!; tienes sólo un cuarto ¡Alábalo! Conténtate con lo que tienes ahora,

ORACION:
“Señor, no quiero vivir más de esta manera. Conseguir esta o aquella cosa no es lo importante para mí. No quiero seguir siendo miserable. Por favor, dame lo que tú quieras que tenga, porque a menos que quieras que yo lo tenga, no lo quiero. Desde ahora no voy a compararme con otros. No voy a estar celoso de nadie. No voy a estar celoso de las personas que reciben ascensos en el trabajo. No voy a ser envidioso de nadie. No quiero lo que tiene otro, Señor; quiero solamente lo que tú quieras que tenga, y quiero estar contento con eso.” Dígale a Dios: “Señor, sólo quiero lo que tú quieras que tenga”, lo que significa el secreto para encontrar la paz, la felicidad y el contentamiento en la vida.


Pastor Saulo Murcia
Guatemala

0 comentarios: